A ti sí te quiero.

Por un momento estuve a punto de comenzar a escribir esta carta con un “Ya me conoces, soy una romántica”, pero no, tú no me conoces, de conocerme no habrías pensado que estoy loca después de haberme acercado a ti semanas después de haber terminado para decirte “Te quiero, me gustas”, no lograste comprender el hecho de que no esperaba una respuesta tuya, no entendiste que no buscaba obtener más de tu dopamina, ya no, no buscaba darte mi alma a cambio de nada una vez más, pero como te lo digo, así soy, las cosas que hago no suelen tener una explicación a simple vista. Tampoco has entendido la forma en la que paso de ti, en la que te miro sin mirarte, en la que te escucho sin escucharte, no es que no me importe esa chica con la que coqueteas cada día desde hace tres semanas, me importa tanto que la he observado incluso más de lo que tú lo has hecho y sé cosas de ella que tú no sabes… sueno como una acosadora, lo gracioso es que toda información ha llegado a mi involuntariamente, primero para romperme el corazón y más tarde para tener compasión de ti.

Me parece extraño que haya pasado más de un mes y aun te sigo escribiendo, cada día me dueles un poquito menos, incluso podría decir que ya no me dueles, sin embargo me sigue pareciendo tu voz una de las más cautivadoras y tus palabras lo más parecido a un hechizo. No me lo explico ¿Cuánto tiempo estuvimos juntos? Apenas un par de meses.  Soy una ridícula, porque te estoy deseando más que a cualquier cosa, pero sé que serás ese deseo que jamás se cumplirá.

Ven, ven aunque diga que no quiero, sí quiero, te quiero a ti, a ti sí te quiero. Quiero darte mi alma a cambio de nada, bueno, tal vez… sólo tu dopamina.