La
suciedad se posaba en cada rincón de la habitación, el único mueble en ella era
un librero lleno de papeles y polvo, en la pared sólo había un espejo roto y un
dibujo a medio borrar. Aquel cuarto era más parecido a una escena de Breaking
Bad que a la habitación de un viejo amigo. Frente a mi estaba ella, una pequeña
niña de 15 años, cabello rojo y grandes ojos cafés. Tomo un billete de veinte
pesos hecho rollo y se agacho. Un sentimiento extraño invadió mi cuerpo, verla
aspirar era como ver a uno de mis hermanos pequeños, hablaba de drogas como si estuviéramos
tomando el desayuno y me hablara de algo tan común como respirar, baje la
mirada a mi lucky strike, el humo
bailaba a través de la luz que se filtraba. Me pasaron el porro y fui incapaz de fumar, no podía delante de la niña. A mi alrededor estaba ese grupo de
chicos que había conocido hace un poco más de cuatro años, desperdiciaban su
talento y jugaban con su inmortalidad, justo como lo hacia yo.
Menos mal que a mi no me gusta fumar, así me ahorro de muchas cosas, ja ja ja. Un abrazo.
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