21 mayo 2014

La suciedad se posaba en cada rincón de la habitación, el único mueble en ella era un librero lleno de papeles y polvo, en la pared sólo había un espejo roto y un dibujo a medio borrar. Aquel cuarto era más parecido a una escena de Breaking Bad que a la habitación de un viejo amigo. Frente a mi estaba ella, una pequeña niña de 15 años, cabello rojo y grandes ojos cafés. Tomo un billete de veinte pesos hecho rollo y se agacho. Un sentimiento extraño invadió mi cuerpo, verla aspirar era como ver a uno de mis hermanos pequeños, hablaba de drogas como si estuviéramos tomando el desayuno y me hablara de algo tan común como respirar, baje la mirada a mi lucky strike, el humo bailaba a través de la luz que se filtraba. Me pasaron el porro y fui incapaz de fumar, no podía delante de la niña. A mi alrededor estaba ese grupo de chicos que había conocido hace un poco más de cuatro años, desperdiciaban su talento y jugaban con su inmortalidad, justo como lo hacia yo.

1 comentario:

  1. Menos mal que a mi no me gusta fumar, así me ahorro de muchas cosas, ja ja ja. Un abrazo.

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